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¿Puede ser el arte un catalizador económico?

¿Puede ser el arte un catalizador económico?

¿Puede ser
el arte un
catalizador económico?

Por: Francisco Sousa-Lennox P.

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De la intersección entre la creatividad, la identidad cultural y el desarrollo económico, surge el arte como un poderoso agente de impulso y progreso. Conversemos sobre la innegable relevancia del arte como un lenguaje universal que trasciende fronteras y es capaz de conectar a las personas y cómo las instituciones culturales y las industrias creativas enriquecen la vida cultural y estimulan el desarrollo económico en Panamá.

Existe una diversidad de instituciones y organizaciones que fomentan la creatividad, protegen el patrimonio cultural y contribuyen al desarrollo económico en diferentes países, creando empleos, atrayendo visitantes locales e internacionales y promoviendo la educación artística e interés cultural, así como mejorar las “condiciones de convivencia social entre los sujetos y grupos de identidad diversa” (Universidad de Panamá, “Las industrias creativas y culturales como motor del desarrollo económico en Panamá”, Alexandra Samudio; Semanario La Universidad, 10/05/2023). Sin embargo, a pesar de este consenso, lamentablemente, en nuestro país la importancia de estas instituciones pasa casi desapercibida, siendo un descuido enorme; especialmente, en un mundo cada vez más globalizado.

Cuando se aprovecha adecuadamente, el arte actúa como un catalizador de cualquier sistema económico debido a su capacidad para impulsar tanto la creatividad como el desarrollo social, en lo que se ha llamado “economía naranja”. Se sabe que las industrias creativas contribuyen significativamente al Producto Interno Bruto (PIB) de un país, desempeñando un papel crucial en la generación de ingresos a partir del intelecto y la creatividad humana (Banco Interamericano de Desarrollo; “Economía creativa en América Latina y el Caribe”, Lázaro Rodríguez; agosto, 2018).

Por su parte, el Ministerio de Economía y Finanzas también reconoce la importancia de estas industrias e indica que “debe ser concebido un enfoque integral de ‘cultura, desarrollo y derechos humanos’, ya que es un medio que fomenta la identidad histórica y la convivencia armónica entre los ciudadanos, contribuye a la cohesión social en nuestros territorios y genera nuevas formas innovadoras de crecimiento inclusivo” (“Las industrias creativas y culturales en Panamá”; Ministerio de Economía y Finanzas; junio, 2019).

Entonces, ¿cómo podemos hacer para darle la relevancia que merece? No sabría indicarlo con exactitud y creo que eso podría representar un dilema para todos nosotros, ya que los museos y organizaciones artísticas en cualquier país son esenciales para la preservación de la cultura y como espacios educativos e investigativos. Además, las empresas, a través de la responsabilidad social empresarial (RSE), pueden potenciar el arte como herramienta de desarrollo comunitario e innovación. Un ejemplo destacado es MetroBank, cuyo apoyo al arte (especialmente, al emergente) demuestra cómo su inversión fortalece el tejido social y económico del país.

En conclusión, digamos que el arte podría erigirse como un pilar fundamental en la economía del país, no solo por su valor intrínseco cultural y social, sino también por su capacidad de generar crecimiento económico. Las políticas fiscales del país, que ofrecen exenciones de impuestos y beneficios fiscales para las empresas y personas que inviertan en la cultura, son un lánguido reflejo de la visión estratégica de Panamá para fomentar un entorno propicio para el florecimiento del arte. Medidas robustas estimularían fácilmente el coleccionismo, el intercambio de dinero y la creatividad; además, podrían posicionar a Panamá como un destino atractivo para el turismo cultural y las inversiones internacionales; especialmente, después de la destacada participación de Panamá con su primer pabellón en la recién inaugurada Bienal de Venecia, el evento de arte más importante en el mundo moderno. El arte, por lo tanto, trasciende su expresión estética para convertirse en un motor de desarrollo económico sostenible, demostrando que la inversión en cultura es una inversión transformativa en el país.